jueves, 9 de enero de 2014

Vergüenza

Dicen que se ven obligados al “paquetazo” debido a la mala administración del Gobierno de Manuel Zelaya, como si no hubieran trascendido las exorbitantes sumas que gastó el gobierno nacionalista en campañas que incluyeron regalos de pan, tortillas, entrega de bonos y mejoramiento de casas en sectores marginales de nuestras ciudades. Esto sin contar el descuento “voluntario” que solicitaba Juan Orlando Hernández a los empleados públicos que a veces llegaba al 10%.

Que las medidas son necesarias para poder financiar los programas sociales de Juan Orlando Hernández o sea que en otras palabras, el pueblo además de explotado y vilipendiado, estaría financiando pagando sus propios programas.

Dan ganas de esconder la cabeza, como el avestruz ante las posiciones de los diputados donde se decide si la panela, el mondongo o las vísceras de pollo deben ser gravadas con el nuevo impuesto sobre la renta. Dicen que este impuesto es necesario y justo, mientras nos lo imponían subrepticiamente, aprovechando el período navideño, como si fuéramos niños y niñas a quienes se les castiga in absentia, bajo el mismo concepto adultista que pregona nuestro bienestar ¿dónde está el respeto a nuestra ciudadanía entonces, esa que tanto se ufanan de proclamar?

Más vergüenza da la complicidad de la Iglesia Católica y del otrora defensor de los pobres, Cardenal Andrés Rodríguez y sus secuaces, quienes se dedican desde su púlpito no solo a defender el nuevo paquetazo, si no a exhortar a este pueblo cansado a seguir aguantando y colaborar de manera paciente, con los golpes que la clase dominante nos propina.

No menos bochorno nos dan las personas que creyeron y siguen creyendo el cuento ese de que toda esta situación fue provocada de forma exclusiva por el Gobierno a quien dieron el Golpe de Estado en 2009 y que había que acudir a las urnas a votar por Juan Orlando Hernández ignorando que él se encuentra dentro de los personajes siniestros que no solo han provocado, si no que de forma concienzuda se han dedicado a vender y endeudar a nuestro país (léase el Decreto de Ciudades Modelo, entre otros).

Por si fuera poco, el flamante Ministro de Seguridad, se niega a seguir colaborando con el Observatorio de la Violencia en la entrega de datos para la validación de los mismos y el subsecuente análisis que daría los datos reales sobre los índices de violencia en Honduras. Los niegan y expresan que luego crearán una página web donde cualquier persona pueda acceder a ellos, mientras eso pasa, la Secretaría de Seguridad alardea de haber logrado reducir los índices de violencia a nivel nacional, cuando la realidad cotidiana nos muestra todo lo contrario.

La ampliación de los poderes de la Policía Militar es una amenaza que se cierne sobre la ciudadanía. Amplios poderes, ningún derecho a reclamo. Al más puro estado de sitio.

En resumen, la aceptación y la resignación como parte de un bien futuro son los mensajes que estamos conminados a escuchar. No hay lugar para el reclamo, la protesta o la propuesta en estos tiempos, estamos, en el mejor de los casos en una situación medieval con tintes de modernismo, lo cuál es peor, porque este viene disfrazado de democracia.

Nuestra esperanza, que debe ser desde ahora inquilina permanente en nuestras vidas, radica en que algún día, las cosas cambiarán y habrán tribunales alternos, tribunales del pueblo que juzguen a los responsables de esta época terrible. Que así pueda ser.


9 de enero de 2014