¡Ay mi Honduras! dejá que llueva
que el agua arrastre la muerte
que lave el dolor del desencuentro
que esparza al menos una noche
las gotas de cordura que nos faltan
que amanezcan fundidas tus mareas
bajo el lampo de cielo que nos toca
Pero si has de parirnos de nuevo
que rompan las Honduras nuestros diques
que arrastren nuestras anclas
que horaden de cimiento nuestras casas
que arranquen pieles viejas
que inunden la sordera
que estalle en nuestras voces la tormenta
que quede en carne viva el pensamiento
y el corazón
retumbe fuerte y nos despierte
del sueño servil y profundo
del que más de una vez
vos te alzaste.
Patricia Toledo
En Comayagüela, a los 29 días de agosto de 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario